Rosemary Rotela – DF.

¡Soy Rosemary Rotela! Tengo 27 años. Soy mamá de Luana, tiene 6 años. Practico el budismo desde los 15 años. A lo largo de mis años de práctica tuve muchos beneficios y también, las tormentas del karma me azotaron muy fuerte.

Comparto mi experiencia sobre los últimos 8 años de mi vida. También, hace un año y nueve meses transformé el sufrimiento y vencí la muerte prematura gracias al budismo; hace 1 año transformé mi vida laboral y encontré mi misión en la vida.

Desde el 2014 hasta el 2020 fueron años de muchos obstáculos. Mi vida estaba muy desordenada, no tenía nada claro, no tenía trabajo fijo, vivía en un círculo de conflictos de relacionamiento humano, chismes y calumnias. Tenía malos hábitos y una vida con tristeza, agobio y desesperación. En ocasiones sentí que entraba al fondo de un pozo, del cual no sabía cómo salir. Tantas veces lloré frente al Gohonzon, pregúntame hasta cuándo me sentiría así. Dentro de todos estos estados bajos de vida por los cuales transité, nunca abandoné las actividades Gakkai, jamás dejé de entonar daimoku.

En el año 2019 decidí ingresar al Grupo Jazmín de la SGPy. Viajaba desde la Ciudad de Tobatí, más de una hora y media para llegar al Centro Cultural. Tenía esperanza de transformar mi karma de relacionamiento humano, ordenar mi vida y encontrar mi misión.

El 21 de junio del 2020, salí de mi casa, como un sábado más, en mi auto. En horas de la madrugada, al volver a casa tuve un accidente de tránsito. Al instante estuve inconsciente. Me trasladaron al hospital con pronóstico de que no sobreviviría. Estuve 17 días en terapia intensiva, se me realizó traqueotomía. Además, tuve una cirugía de la columna vertebral por desplazamiento de vértebras. Tengo 10 tornillos y un estabilizador de columna. Estuve en total 50 días hospitalizada.

Salí del hospital el 10 de agosto y para mí fue como salir del Castillo del Kosen-Rufu, donde varios bodhisattvas me cuidaron día y noche. Llegué a mi casa, e ingresaba al segundo castillo del kosen-rufu, tres bodhisattvas me aguardaban para velar por mí, día y noche. Yo no caminaba, ni me levantaba de la cama, necesitaba atención 24 horas. Leía con mucha dificultad acostada en la cama.

Una noche leí el libro “La sabiduría para ser feliz y crear la paz” Vol 2, donde El Presidente Ikeda cuenta acerca de la enfermedad que padeció, diagnosticado que no pasaría los 30 años. Ikeda contaba que la enfermedad que logró vencer  le permitió disfrutar mucho más de la vida. En ese instante logré sentir el corazón del Presidente Ikeda y tomé conciencia que yo me sentía de la misma manera. El solo hecho de estar viva era una causa de inmensa alegría.

Unas pocas semanas después, logré sentarme en la silla de ruedas. Mi papá me llevó frente al Gohonzon. Me costaba hacer daimoku y lo hacía en mi mente. Además, me cansaba muy rápido y sentía sueño. Durante las noches no podía dormir. Durante el día dormía apenas dos horas. En menos de un mes logré sentarme, al siguiente mes logré pararme.

Tuve la fortuna de realizar rehabilitación de lunes a lunes con un especialista, quien iba a mi casa. Iba aumentando mi daimoku, respirando mejor cada semana, fortaleciéndome y caminaba cada vez mejor. Dos meses después de salir del hospital, leía todos los días, mañana y tarde las obras del Presidente Ikeda.

“Tomé conciencia que el accidente me permitió lograr la Budeidad. Sentí que, por primera vez en todos mis años de práctica, había alcanzado la felicidad absoluta, esa felicidad que no está condicionada por las circunstancias. En mi interior finalmente se respiraba paz. Comprendí el verdadero aspecto de todos los fenómenos, que todas las personas tienen inherente el estado de Budeidad. Que la vida es Nam-myoho-renge-kyo. Observé mi vida como un panorama, las veces que actué con ira y bajo la oscuridad fundamental de la vida.”

Sentí un profundo amor compasivo hacia todas las personas. Frente al Gohonzon juré que vencería a toda costa. Me sentía muy feliz con mi renacimiento, comenzar mi vida de cero y también comenzar a crear esa vida que siempre soñé. Juré también, dar a conocer La Ley Mística a otras personas.

En Diciembre del año 2020, a solo 5 meses del grave accidente, ya estaba caminando sola, 6 meses después ya estaba trotando, 10 meses después gracias a mi daimoku encontré mi misión. Comencé a estudiar Cosmetología en Asunción.

A pesar de que seguía en rehabilitación, me costaba escribir, ya que el brazo derecho se paralizó con el golpe. Tenía desequilibrios por la cirugía, me tambaleaba al caminar… Pero jamás dudé, ni un solo instante, que yo lograría estudiar y viajar una larga distancia. Nunca me sentí mal por lo que pasó.

Un año después del accidente, junio 2021 comencé a trabajar, compré de apoco mis materiales y productos para trabajar. Rápidamente tuve pacientes. Una persona le recomendaba a otra y durante esos meses del año pasado trabajaba cada vez más y estudiaba mucho.

Cuando comencé a trabajar, leí una orientación del Presidente Ikeda cuando fue a Brasil.

Narra que, un agricultor le preguntó por qué sus cosechas no funcionaron. A lo que Ikeda orientó: Los budistas nos esforzamos más que el resto de las personas. Trabajamos inclusive 10 veces más,  le orientó que debe tener en cuenta cada detalle hasta lograr el éxito en su trabajo. También le dijo que debe hacer un daimoku de juramento. Por ejemplo, el daimoku de juramento es decir: Voy a lograr el kosen-rufu de Brasil. Por tal razón voy a demostrar pruebas visibles del budismo de Nichiren en mi trabajo.

Esta orientación la llevé a mi vida. Hice daimoku de juramento para demostrar las pruebas visibles de victoria, prueba real del budismo en mi vida. Además, oré para tener sabiduría de que más podía hacer para tener éxito en mi trabajo. Rápidamente mis oraciones me llevaron a esforzarme cada día más, en estudiar, aprovechar cursos gratis, aprender de personas que le ayudan a emprendedoras, probar aplicaciones de diseño, edición de videos, fotos, flyers

Cada vez que iba a tener una paciente, oraba con todo mi corazón que con mi trabajo le ayudaría a solucionar sus preocupaciones o molestias. Me decía: Un buda le está atendiendo.

Gracias al budismo estoy viva, trabajando con cero secuelas mentales y físicas. Con mi trabajo estoy aportando para que el kosen-rufu del Paraguay avance. Estoy decidida a seguir propagando la Ley Mística, de dar más pruebas reales de victoria. El sufrimiento que una vez sentí se evaporó, así como el rocío bajo el calor del sol.

Culmino con esta frase del Presidente Ikeda, que dice: «La clave para tener éxito en cualquier empresa es triunfar primero sobre uno mismo. La forma en que percibimos los obstáculos depende de nuestra condición de vida interior. Debemos vencer a la cobardía, la pereza y la tendencia a desistir. Cuando logremos superar nuestras limitaciones, avanzaremos a pasos agigantados y nuestro interior resplandecerá con la luz de la victoria».

¡Muchas gracias!